domingo, 24 de febrero de 2013

Especulaciones



Bajé por las escaleras mecánicas  hacia el interior, era la línea mas profunda del metro, mientras caminaba por los pasillos comencé a oír una música lejana era un pasodoble  conocido, un poco mas adelante pude comprobar que se trataba de un individuo de fuerte complexión y enorme cabellera, que portaba  un acordeón amenizando el recorrido de los viajeros que caminábamos por aquel pasillo interminable.

Una vez en el andén  tuve suerte  esta vez, solo un par de minutos de espera  hasta que apareció el convoy  por el túnel del fondo, subí al segundo vagón tomando uno de los asientos vacíos, eran las once de la mañana y era escaso el número de viajeros.

Comencé a dirigir la vista hacia distintas zonas del vagón, la  detuve en un individuo bien trajeado, canoso, bastante erguido y gafas oscuras, de unos sesenta años que mantenía entre sus manos un portafolio azul y negro que movía frecuentemente de forma inconsciente. Supuse que sería algún profesional, arquitecto, abogado, aunque también podía ser agente de seguros o vendedor de cepillos dentales, también pensé  que podía ser algún corrupto de guante blanco, pero no, esos no suelen ir en metro, aunque quien sabe.

En un asiento colindante iba una mujer de mediana edad, rubia de frasco, se apreciaba perfectamente la raíz oscura de su cabello, era bien parecida y mas bien rellenita, hacía que dormitaba, pero abría los ojos de vez en cuando, vestía muy bien, podía ser un ama de casa dirigiéndose hacia algún centro comercial,  aunque quizás fuera docente, enfermera, secretaria o vete tu a saber.

Frente a mi iba otro viajero moreno, de tez oscura, menudo, con rasgos latinos, vestía pantalón  vaquero y un polo estampado de color beige, me recordó al machu pichu de una famosa serie televisiva, imaginé que sería uno de los muchos inmigrantes que deambulan por nuestras ciudades soportando esta crisis tan brutal. Portaba en las manos  un teléfono móvil que manipulaba con una destreza sorprendente, se me ocurrió que redactaría algún mensaje para algún compatriota o quizás a su pareja, claro que también podía estar jugando a Super Mario Bros.

Apoyado junto a una puerta iba un individuo bastante desaliñado con varios tatuajes, un pin en una ceja, ojos  brillantes y cara de pocos amigos, era uno de estos individuos que cuando lo ves te tientas la cartera para ver si está en su sitio, cuando ví que me miraba fijamente, por si acaso desvié la vista hacia otro lugar.

El viajero que iba sentado a mi derecha vestía ropa de trabajo y portaba una bolsa  bandolera, ojeaba un diario de esos gratuitos, esos que tanto daño han hecho a la prensa de pago, en la portada pude leer el titular “Enero terminó con 132.000 nuevos parados”, enseguida pensé en la magnitud de la noticia,  esos son los habitantes que hay en Cadiz.  

Cansado de elucubraciones levante la cabeza hacia el anden donde acabábamos de entrar, comprobando que me había pasado dos estaciones, salí del vagón pensando para mis adentros  la  torpeza de mi despiste, algo que no era la primera vez que me ocurría.

Cambié al anden opuesto donde tuve que esperar cuatro minutos hasta que se detuvo un nuevo convoy, una vez dentro como sólo eran dos estaciones permanecí en pie para que no me volviera a ocurrir lo mismo, pero enseguida observé en un lateral a una mujer con  una blusa azul y un pantalón........
 

Cualquier parecido con la realidad es ­­­­­­­­­­­­­pura coincidencia, o quizás no, quien sabe.

lunes, 18 de febrero de 2013

lunes, 11 de febrero de 2013

Cóctel fotografico

A veces tomamos fotos sin ton ni son, algunas con escasa calidad, las guardamos en nuestros archivos y cuando las vemos al cabo de los años nos preguntamos que hacen ahí.
Como muestra unas cuantas, con unas frases ocurrentes.


  Se comenta que a Europa le ha llegado la hora de la verdad, a España la hora del sufrimiento.


Los mandamás europeos se reúnen continuamente apuntalando la zona euro, quizás esperando dar el campanazo final.


Aquí seguimos en vía muerta sin saber si vamos o venimos


Los jóvenes licenciados toman el avión rumbo a otros países buscando un futuro mejor, o peor quien sabe.


Mientras tanto los que nos quedamos ponemos caras raras añorando un pasado bonachón.

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Hay quien ha perdido la cabeza y espera sentado un porvenir mas llevadero.


Alguno esperando  una oportunidad, aunque sea fuera de la plaza.

Y los del guante blanco  ya no saben donde montar el chiringuito, para seguir viviendo del cuento sin pasar por el talego.